Leyes incendiarias: Consecuencias de un modelo económico destructivo
- Rodrigo Burgoa Terceros
- 10 dic 2024
- 4 Min. de lectura

Hace algunos días, en el marco de la presentación de la Revista Latinoamericana de Desarrollo Económico N° 42, tuve la oportunidad de exponer una investigación realizada junto con Sofía Vera La Rosa sobre el impacto de las denominadas “leyes incendiarias” en las áreas forestal y agropecuaria de Bolivia. Este análisis utilizó el método de control sintético, una herramienta de evaluación que permite estimar el efecto de políticas gubernamentales. En este caso, estudiamos las consecuencias de las normativas impulsadas por el gobierno del MAS desde 2013, y los resultados son preocupantes. Estas leyes contribuyeron significativamente a acelerar la deforestación y a expandir la frontera agropecuaria, generando impactos graves en la sostenibilidad ambiental del país.
La legalización de desmontes no autorizados y la permisividad para nuevos desmontes provocaron un incremento alarmante en la tasa de deforestación anual promedio, que pasó de 0.08% antes de la promulgación de estas leyes a 0.44% en los años posteriores. Este cambio, que equivale a más de cinco veces la tasa previa, ilustra el daño sistemático de estas normativas. Aunque el discurso oficial justificaba estas medidas como necesarias para garantizar la seguridad alimentaria, la realidad muestra que beneficiaron a intereses específicos, como a los denominados interculturales, y fomentaron actividades ilegales como el narcotráfico y la minería clandestina.
El impacto ambiental de estas normativas es innegable. La reducción de la cobertura boscosa no solo amenaza la biodiversidad única de Bolivia, sino que también afecta procesos críticos como la regulación hídrica, los ciclos de carbono y la calidad del suelo. Estas alteraciones, aunque inicialmente invisibles para muchos, tendrán efectos devastadores en el largo plazo. La disminución de la fertilidad del suelo, la mayor frecuencia de incendios forestales y los cambios en los patrones de precipitación afectarán inevitablemente la productividad agrícola y ganadera, comprometiendo la base misma de este sector. Además, las oportunidades económicas rurales alternativas, como el ecoturismo o la producción forestal sostenible, se verán limitadas, restringiendo aún más las opciones de desarrollo para estas comunidades.
Otro aspecto revelador de esta investigación es la coincidencia temporal entre la aprobación de las primeras “leyes incendiarias” y la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos. Todo indica que, ante la disminución de los ingresos por exportaciones de gas, el gobierno decidió priorizar el desarrollo del sector agropecuario como una vía para compensar esta pérdida. Sin embargo, esta estrategia no solo se contrapuso al discurso ambientalista del gobierno, sino que también evidenció las limitaciones del modelo económico actual, incapaz de equilibrar el crecimiento con la protección del medio ambiente. Las normativas no solo contradecían los derechos de la 'Madre Tierra' aprobados solo unos años antes, sino también los compromisos internacionales asumidos por Bolivia en el marco del Acuerdo de París sobre cambio climático
Las consecuencias de estas políticas podrían ser aún más catastróficas de lo que ya son. La expansión de la frontera agropecuaria, lejos de solucionar los desafíos económicos inmediatos, compromete gravemente el futuro del país. Cada hectárea de bosque quemada significa un paso atrás en la lucha contra el cambio climático y un golpe al equilibrio ecológico de regiones enteras. Los incendios no solo ensombrecen nuestros cielos limpios, transformándolos en un recordatorio constante de la destrucción ambiental, sino que también ensombrecen nuestro futuro, limitando el desarrollo sostenible y afectando sectores tan vitales como el agrícola, el ganadero y el turístico.
Por ello, es fundamental abrogar todo el paquete de “leyes incendiarias” que facilita y promueve estas prácticas. Sin embargo, esta medida no será suficiente por sí sola. Es crucial fortalecer la regulación del desmonte y establecer controles estrictos sobre el uso del fuego, garantizando su cumplimiento efectivo. Además, se deben incentivar prácticas agrícolas sostenibles que no impliquen deforestación, como la agroforestería y la rotación de cultivos. Estas estrategias no solo preservan el medio ambiente, sino que también ofrecen beneficios económicos y sociales, al permitir un desarrollo más equilibrado y resiliente.
Integrar de manera efectiva los compromisos internacionales en las políticas nacionales también es esencial. La promoción de mercados verdes —productos agrícolas y ganaderos que cumplan con estándares ambientales internacionales— puede ser una herramienta valiosa para proteger el medio ambiente y mejorar la competitividad de los productos bolivianos en mercados extranjeros. Esta estrategia genera incentivos económicos para los productores que adopten prácticas sostenibles, creando un círculo virtuoso entre sostenibilidad y competitividad.
Asimismo, la educación debe jugar un rol central en este esfuerzo. Sensibilizar a las comunidades rurales sobre la importancia de conservar los bosques y de adoptar prácticas sostenibles es esencial para lograr un cambio duradero. Este tipo de programas no solo beneficiaría al medio ambiente, sino que también empoderaría a las comunidades rurales, permitiéndoles ser protagonistas de su propio desarrollo.
El futuro de Bolivia depende de decisiones responsables que prioricen el desarrollo sostenible por encima de las soluciones inmediatas pero dañinas. Cada día que estas normativas sigan vigentes, las consecuencias ambientales, económicas y sociales se acumularán, dejando cicatrices profundas en el país. Nuestro tiempo para actuar se agota. Bolivia no puede permitirse mantener normativas que, en nombre de un supuesto progreso, destruyen su riqueza natural y ponen en riesgo su futuro. Con voluntad política y compromiso social, Bolivia puede revertir este curso destructivo, transformando sus políticas públicas en un modelo de desarrollo sostenible que proteja su riqueza natural y su futuro.
Commentaires